El Concilio Vaticano II ha establecido 3 criterios que anuncian esta vocación cristiana que todos tenemos a la santidad:
1.- La Gracia que se infunde en el bautismo que nos hace crecer y desarrollarnos hasta la plena perfección.
2.- La santidad o perfección cristiana se constituye en el cumplimiento del Primer Mandamiento: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, toda tu alma, toda tu mente y todas tus fuerzas".
3.- Jesucristo nos manda a imitar la perfección de su Padre Celestial: "Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el Cielo" (Mateo 5,48)
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