Evangelio del Día Miercoles 7 de Agosto - Lectura y Salmo de Hoy - Reflexión Padre Luis Zazano
Evangelio del Día Miercoles 7 de Agosto
Lectura y Salmo de HoyLectura del Día
Lectura del libro de los Números
Num 13, 1-2. 25–14, 1. 26-29. 34-35
En aquellos días, el Señor le habló a Moisés en el desierto de Parán y le dijo: “Envía algunos hombres, uno por cada tribu paterna, para que exploren la tierra de Canaán, que le voy a dar a los hijos de Israel”.
Al cabo de cuarenta días volvieron los exploradores, después de recorrer toda aquella tierra. Fueron a presentarse ante Moisés, Aarón y toda la comunidad de los hijos de Israel, en el desierto de Parán, en Cades. Les mostraron los productos del país y les hicieron la siguiente relación:
“Fuimos al país a donde nos enviaste y de veras mana leche y miel, como puedes ver por estos frutos. Pero el pueblo que habita en el país es poderoso; las ciudades están fortificadas y son muy grandes y hasta hemos visto ahí gigantes, descendientes de Anac. Los amalecitas ocupan la región del sur; los hititas, amorreos y yebuseos ocupan la montaña; y los cananeos, la orilla del mar y la ribera del Jordán”.
Caleb, uno de los exploradores, calmó al pueblo, que empezaba a criticar a Moisés y les dijo: “Vayamos y conquistemos el país, porque sin duda podremos apoderarnos de él”. Pero los demás hombres que habían ido con Caleb, dijeron: “No podemos atacar a ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros”. Y empezaron a hablar mal del país que habían explorado, diciendo: “El país que hemos recorrido y explorado, no produce lo suficiente ni para sus propios habitantes. Toda la gente que hemos visto ahí es muy alta. Hemos visto hasta gigantes, descendientes de Anac; junto a ellos parecíamos saltamontes, y como tales nos veían ellos”. Al oír esto, toda la comunidad se puso a gritar y se pasó llorando toda la noche.
Entonces el Señor les habló a Moisés y Aarón y les dijo: “¿Hasta cuándo va a seguir protestando contra mí esta comunidad perversa? He oído las quejas de los hijos de Israel contra mí.
Ve y diles: ‘Por mi vida, dice el Señor, voy a hacer con ustedes lo que han pedido que suceda. Por haber hablado mal de mí, morirán en el desierto todos los que fueron registrados en el censo, de veinte años para arriba. Les juro que no entrarán en la tierra que prometí darles, con excepción de Caleb, hijo de Yefuné, y de Josué, hijo de Nun.
Así como ustedes emplearon cuarenta días en explorar el país, así cargarán con sus pecados cuarenta años por el desierto, a razón de un año por día. Así sabrán lo que significa desobedecerme. Yo, el Señor, he hablado. Esto es lo que haré con esta
comunidad perversa, amotinada contra mí. En este desierto van a consumirse y en él van a morir’ ”.
Num 13, 1-2. 25–14, 1. 26-29. 34-35
En aquellos días, el Señor le habló a Moisés en el desierto de Parán y le dijo: “Envía algunos hombres, uno por cada tribu paterna, para que exploren la tierra de Canaán, que le voy a dar a los hijos de Israel”.
Al cabo de cuarenta días volvieron los exploradores, después de recorrer toda aquella tierra. Fueron a presentarse ante Moisés, Aarón y toda la comunidad de los hijos de Israel, en el desierto de Parán, en Cades. Les mostraron los productos del país y les hicieron la siguiente relación:
“Fuimos al país a donde nos enviaste y de veras mana leche y miel, como puedes ver por estos frutos. Pero el pueblo que habita en el país es poderoso; las ciudades están fortificadas y son muy grandes y hasta hemos visto ahí gigantes, descendientes de Anac. Los amalecitas ocupan la región del sur; los hititas, amorreos y yebuseos ocupan la montaña; y los cananeos, la orilla del mar y la ribera del Jordán”.
Caleb, uno de los exploradores, calmó al pueblo, que empezaba a criticar a Moisés y les dijo: “Vayamos y conquistemos el país, porque sin duda podremos apoderarnos de él”. Pero los demás hombres que habían ido con Caleb, dijeron: “No podemos atacar a ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros”. Y empezaron a hablar mal del país que habían explorado, diciendo: “El país que hemos recorrido y explorado, no produce lo suficiente ni para sus propios habitantes. Toda la gente que hemos visto ahí es muy alta. Hemos visto hasta gigantes, descendientes de Anac; junto a ellos parecíamos saltamontes, y como tales nos veían ellos”. Al oír esto, toda la comunidad se puso a gritar y se pasó llorando toda la noche.
Entonces el Señor les habló a Moisés y Aarón y les dijo: “¿Hasta cuándo va a seguir protestando contra mí esta comunidad perversa? He oído las quejas de los hijos de Israel contra mí.
Ve y diles: ‘Por mi vida, dice el Señor, voy a hacer con ustedes lo que han pedido que suceda. Por haber hablado mal de mí, morirán en el desierto todos los que fueron registrados en el censo, de veinte años para arriba. Les juro que no entrarán en la tierra que prometí darles, con excepción de Caleb, hijo de Yefuné, y de Josué, hijo de Nun.
Así como ustedes emplearon cuarenta días en explorar el país, así cargarán con sus pecados cuarenta años por el desierto, a razón de un año por día. Así sabrán lo que significa desobedecerme. Yo, el Señor, he hablado. Esto es lo que haré con esta
comunidad perversa, amotinada contra mí. En este desierto van a consumirse y en él van a morir’ ”.
Evangelio del Día
Evangelio según san Mateo
Mt 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: “Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: “Atiéndela, porque
viene gritando detrás de nosotros”. Él les contestó: “Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”.
Ella se acercó entonces a Jesús y postrada ante él, le dijo: “¡Señor, ayúdame!” El le respondió: “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. Pero ella replicó: “Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces Jesús le respondió: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”. Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.
2) No decía nada: Qué desesperante para esta mujer que Jesús no le diga nada. Cuántas veces pasamos vos y yo ese momento en que parece que Dios no da respuesta de nada. Pero en el fondo Jesús sabe qué pasará con su historia. Pero cuán traumático es el silencio, a vos y a mí nos pasa… hoy le pidamos a Jesús aprender a sobrellevar su silencio, a tener paciencia, a saber que estamos en su pensar y en su momento ha de actuar. Que pueda callarme para escucharlo y que pueda escucharlo, aún en su silencio.
3) La fe: La respuesta la consiguió en la fe. Su confianza y su humildad, llevan a este gran milagro de Jesús. La fe es todo un proceso porque hay que pedirla, pero también es confiar en lo divino, cuando se me acaban todas las fuerzas. Me pongo en pensar en cuántos cuidan a las personas que aman en un hospital y tienen que pasar toda la noche parado o sentado y estando atento ante la más mínima necesidad. Es esa fe de que se va a recuperar, la que mueve día a día a esa persona. Pienso en la fe de tantas mamás y papás que día a día la luchan para darle lo mejor a sus hijos y a toda su familia. Pienso en esa fe de tantos y tantas que buscan dar lo mejor en esta vida. Gracias por tu fe, gracias por escucharme, gracias por buscar a Dios, gracias por vivir esta vida, gracias por remarla y remarla cada día. Gracias por arrepentirte cuando te mandas una macana y pedís perdón. Gracias por tomarte unos minutos con Dios, gracias por ponerle actitud al día, aunque no tengas ganas. Gracias por buscar ser feliz.
Reflexión extraida desde https://misionerosdigitales.com/
Mt 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: “Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: “Atiéndela, porque
viene gritando detrás de nosotros”. Él les contestó: “Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”.
Ella se acercó entonces a Jesús y postrada ante él, le dijo: “¡Señor, ayúdame!” El le respondió: “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. Pero ella replicó: “Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces Jesús le respondió: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”. Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.
Reflexión Padre Luis Zazano
La fe salva.
1) Una mujer: Es la imagen de una mujer ajena a lo religioso, no es judía de pura sepa, es una mujer desesperada porque está perdiendo al amor de su vida, va a Jesús por una desesperación y no por un cumplir religioso. Es la figura de esa persona que capaz que no está metida en la religión, pero recurre en su oración a Dios como puede porque se le está yendo de su vida lo que le da sentido, «su hija». Capaz que es esa persona que capaz que ni sabe cómo rezar un Rosario o las partes de la misa, pero va en busqueda de Dios para que le de una mano en esto que está viviendo. La desesperación nos lleva a buscar a Jesús, el dolor y la angustia es un camino para encontrar a Dios. Hoy, si vos estás pasando un momento doloroso recurrí a él, buscalo con tus palabras, aferrate a Él como puedas, como te salga, ante la busqueda desesperada no hay un protocolo ni burocracia, hay necesidad de alivio. Buscalo a Dios.2) No decía nada: Qué desesperante para esta mujer que Jesús no le diga nada. Cuántas veces pasamos vos y yo ese momento en que parece que Dios no da respuesta de nada. Pero en el fondo Jesús sabe qué pasará con su historia. Pero cuán traumático es el silencio, a vos y a mí nos pasa… hoy le pidamos a Jesús aprender a sobrellevar su silencio, a tener paciencia, a saber que estamos en su pensar y en su momento ha de actuar. Que pueda callarme para escucharlo y que pueda escucharlo, aún en su silencio.
3) La fe: La respuesta la consiguió en la fe. Su confianza y su humildad, llevan a este gran milagro de Jesús. La fe es todo un proceso porque hay que pedirla, pero también es confiar en lo divino, cuando se me acaban todas las fuerzas. Me pongo en pensar en cuántos cuidan a las personas que aman en un hospital y tienen que pasar toda la noche parado o sentado y estando atento ante la más mínima necesidad. Es esa fe de que se va a recuperar, la que mueve día a día a esa persona. Pienso en la fe de tantas mamás y papás que día a día la luchan para darle lo mejor a sus hijos y a toda su familia. Pienso en esa fe de tantos y tantas que buscan dar lo mejor en esta vida. Gracias por tu fe, gracias por escucharme, gracias por buscar a Dios, gracias por vivir esta vida, gracias por remarla y remarla cada día. Gracias por arrepentirte cuando te mandas una macana y pedís perdón. Gracias por tomarte unos minutos con Dios, gracias por ponerle actitud al día, aunque no tengas ganas. Gracias por buscar ser feliz.
Reflexión extraida desde https://misionerosdigitales.com/
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