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    Evangelio del dia Domingo 11 de Octubre 2020 - San Mateo 22, 1-14

     Evangelio del dia Domingo 11 de Octubre

    Primera lectura

    Lectura del libro de Isaías 25, 6-10a

    Preparará el Señor del universo para todos los pueblos,

    en este monte, un festín de manjares suculentos,

    un festín de vinos de solera;

    manjares exquisitos, vinos refinados.

    Y arrancará en este monte

    el velo que cubre a todos los pueblos,

    el lienzo extendido sobre todas las naciones.

    Aniquilará la muerte para siempre.

    Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros,

    y alejará del país el oprobio de su pueblo

    —lo ha dicho el Señor—.

    Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios.

    Esperábamos en él y nos ha salvado.

    Este es el Señor en quien esperamos.

    Celebremos y gocemos con su salvación,

    porque reposará sobre este monte la mano del Señor».



    Salmo

    Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6.

     R/. Habitaré en la casa del Señor por años sin término

    El Señor es mi pastor, nada me falta:

    en verdes praderas me hace recostar;

    me conduce hacia fuentes tranquilas

    y repara mis fuerzas. R/.


    Me guía por el sendero justo,

    por el honor de su nombre.

    Aunque camine por cañadas oscuras,

    nada temo, porque tú vas conmigo:

    tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.


    Preparas una mesa ante mí,

    enfrente de mis enemigos;

    me unges la cabeza con perfume,

    y mi copa rebosa. R/.


    Tu bondad y tu misericordia me acompañan

    todos los días de mi vida,

    y habitaré en la casa del Señor

    por años sin término. R/.



    Segunda lectura

    Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4, 12-14. 19-20

    Hermanos:

    Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy avezado en todo y para todo: a la hartura y al hambre, a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mis tribulaciones.

    En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús.

    A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.



    Evangelio del día

    Evangelio según San Mateo 22, 1-14

    En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:

    «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados:

    “Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda”.

    Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron.

    El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.

    Luego dijo a sus criados:

    “La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda”.

    Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:

    “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”. El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los servidores:

    “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”.

    Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».


     Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda.




     Reflexión

    Podría sonar demasiado extraño este evangelio porque, ¿cómo es posible que alguien rechace la invitación a una boda donde habrá vino, música y buen ambiente? Al menos hoy día son pocos los que rechazarían esta oferta tan especial. Pero es claro que esta parábola Cristo nos la dibujó así para que comprendiésemos que todos estamos invitados a participar del gran banquete que celebrará en el cielo.

    Sólo nos hace falta cumplir un requisito que el evangelio lo pone como algo externo pero que en realidad en las bodas se le da demasiada importancia y es el vestido. Es necesario e indispensable entrar con el ajuar apropiado al gran banquete que Cristo nos invitará, este ajuar es la vida de gracia. Por eso expulsaron de la boda al hombre que no llevaba el traje apropiado, porque no estaba en vida de gracia. Y la gracia, como la llama santo Tomás de Aquino, es "nitior animae" es decir, esplendor del alma, presencia de Dios en nuestra alma.

    Es claro que Jesús no puede habitar en un lugar en donde no tiene amigos, y tampoco nosotros nos deberíamos atrever a presentarnos a la boda que Él organiza cuando no le tenemos por amigo. Esto es la vida de gracia, conservar su amistad y por tanto rechazar enérgicamente todo lo que pudiese ofenderle: revistas indecentes, películas deshonestas, compañías perjudiciales, ofensas a nuestros padres o hermanos, críticas etc.

    Es difícil conservar esta amistad con Cristo, pero si realmente lo tenemos por amigo no nos atreveremos a ofenderle, sino que al contrario nos esforzaremos por ser cada día mejores amigos de Él.


    Reflexión Fray Nelson Medina

     DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO A
    Mejora tu comunicación con Dios de manera que puedas escuchar sus invitaciones, para poder alegrarte de lo que Él se alegra y entristecerte, si es el caso con lo que Él le entristece.

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