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    Evangelio del Dia Sabado 5 de Diciembre - San Mateo 9, 35–10, 1. 6-8

     Evangelio del Dia Sabado 5 de Diciembre

    LECTURA DEL DÍA

    Del Libro del Profeta Isaías 30, 19-21. 23-26

    Esto dice el Señor Dios de Israel:

    “Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén,

    ya no volverás a llorar.

    El Señor misericordioso, al oír tus gemidos,

    se apiadará de ti y te responderá, apenas te oiga.

    Aunque te dé el pan de las adversidades

    y el agua de la congoja,

    ya no se esconderá el que te instruye;

    tus ojos lo verán.

    Con tus oídos oirás detrás de ti una voz que te dirá:

    ‘Éste es el camino.

    Síguelo sin desviarte,

    ni a la derecha, ni a la izquierda’.


    El Señor mandará su lluvia

    para la semilla que siembres

    y el pan que producirá la tierra

    será abundante y sustancioso.

    Aquel día, tus ganados pastarán en dilatadas praderas.

    Los bueyes y los burros que trabajan el campo,

    comerán forraje sabroso,

    aventado con pala y bieldo.


    En todo monte elevado y toda colina alta,

    habrá arroyos y corrientes de agua

    el día de la gran matanza,

    cuando se derrumben las torres.

    El día en que el Señor vende las heridas de su pueblo

    y le sane las llagas de sus golpes,

    la luz de la luna será como la luz del sol;

    será siete veces mayor,

    como si fueran siete días en uno’’.



    Salmo

    Sal 146, 1-2. 3-4. 5-6
     R/. Dichosos los que esperan en el Señor

    Alabad al Señor, que la música es buena;

    nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

    El Señor reconstruye Jerusalén,

    reúne a los deportados de Israel. R/.


    Él sana los corazones destrozados,

    venda sus heridas.

    Cuenta el número de las estrellas,

    a cada una la llama por su nombre. R/.


    Nuestro Señor es grande y poderoso,

    su sabiduría no tiene medida.

    El Señor sostiene a los humildes,

    humilla hasta el polvo a los malvados. R/.



    EVANGELIO DEL DÍA

    Evangelio según San Mateo 9, 35–10, 1. 6-8

    En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.

    Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias. Les dijo: “Vayan en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente”.


    Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor.


     


    Reflexión Fray Nelson Medina 

    La experiencia de la misericordia divina destruye las mentiras y trampas del demonio, dando paso al arrepentimiento, la conversión y la renovación de nuestra alma.



    Reflexión Padre Luis Zazano.

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