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    Evangelio del dia Viernes 20 de Noviembre - San Lucas 19, 45-48

     Evangelio del dia Viernes 20 de Noviembre

    LECTURA DEL DÍA

    Apocalipsis 10, 8-11

    Yo, Juan, oí de nuevo la voz que ya me había hablado desde el cielo, y que me decía: “Ve a tomar el librito abierto, que tiene en la mano el ángel que está de pie sobre el mar y la tierra”.

    Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el librito. Él me dijo: “Tómalo y cómetelo. En la boca te sabrá tan dulce como la miel, pero te amargará las entrañas”.

    Tomé el librito de la mano del ángel y me lo comí. En la boca me supo tan dulce como la miel; pero al tragarlo, sentí amargura en las entrañas. Entonces la voz me dijo: “Tienes que volver a anunciar lo que Dios dice acerca de muchos pueblos, naciones y reyes”.


    Salmo

    Sal 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131 
    R/. ¡Qué dulce al paladar tu promesa, Señor!

    Mi alegría es el camino de tus preceptos,

    más que todas las riquezas. R/.


    Tus preceptos son mi delicia,

    tus enseñanzas son mis consejeros. R/.


    Más estimo yo la ley de tu boca

    que miles de monedas de oro y plata. R/.


    ¡Qué dulce al paladar tu promesa:

    más que miel en la boca! R/.


    Tus preceptos son mi herencia perpetua,

    la alegría de mi corazón. R/.


    Abro la boca y respiro,

    ansiando tus mandamientos. R/.



    EVANGELIO DEL DÍA

    Evangelio según San Lucas 19, 45-48

    Aquel día, Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban allí, diciéndoles: “Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones”.

    Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo, intentaban matarlo, pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras.


    Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones.



     Reflexión Padre Luis Zazano.

    Reflexión Fray Nelson Medina

    Hay dulzura en descubrir la Verdad, pero hay amargura en descubrir que el mundo no quiere saber de Dios; hay dulzura en hablar de Jesús, pero es amargo al encontrar oídos sordos, resistencia, dureza, burla y violencia.

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