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    Evangelio del Dia Miercoles 30 de Diciembre - San Lucas 2, 36-40

    Evangelio del Dia Miercoles 30 de Diciembre 

     LECTURA DEL DÍA

    De la Primera Carta de Juan 2, 12-17

    Les escribo a ustedes, hijitos, porque han sido perdonados sus pecados en el nombre de Jesús. Les escribo a ustedes, padres, porque conocen al que existe desde el principio. Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido al demonio. Les he escrito a ustedes, hijitos, porque conocen al Padre. Les he escrito a ustedes, padres, porque conocen al que existe desde el principio. Les he escrito a ustedes, jóvenes, porque son fuertes y la palabra de Dios permanece en ustedes y han vencido al demonio.

    No amen al mundo ni lo que hay en él. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo: las pasiones desordenadas del hombre, las curiosidades malsanas y la arrogancia del dinero, no vienen del Padre, sino del mundo. El mundo pasa y sus pasiones desordenadas también. Pero el que hace la voluntad de Dios tiene vida eterna.


    Salmo

    Sal 95, 7-8a. 8b-9. 10 
    R/. Alégrese el cielo, goce la tierra

    Familias de los pueblos, aclamad al Señor,

    aclamad la gloria y el poder del Señor;

    aclamad la gloria del nombre del Señor. R/.


    Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.

    Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,

    tiemble en su presencia la tierra toda. R/.


    Decid a los pueblos: «El Señor es rey:

    él afianzó el orbe, y no se moverá;

    él gobierna a los pueblos rectamente». R/.




    EVANGELIO DEL DÍA

    Evangelio según San Lucas 2, 36-40

    En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. (Cuando José y María entraban en el templo para la presentación del niño,) se acercó Ana, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.

    Una vez que José y María cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.


    El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.


     


    Reflexión Fray Nelson Medina

    Al llenarme de experiencias me voy vaciando de vida, me voy quedando con las manos vacías. El mundo pasa, se desvanece con todas sus pasiones; pero quien está en Dios permanece para siempre.

     

     

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