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    Evangelio del Dia Domingo 7 de Febrero - San Marcos 1,29-39

     Evangelio del Dia Domingo 7 de Febrero

    Lectura del libro de Job  7,1-4.6-7 

    Habló Job, diciendo: «El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero; Como el esclavo, suspira por la sombra, como el jornalero, aguarda el salario. Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba.

    Mis días corren más que la lanzadera, y se consumen sin esperanza. Recuerda que mi vida es un soplo, y que mis ojos no verán más la dicha.»


    Salmo

    Sal 146,1-2.3-4.5-6
    R/. Alabad al Señor, 
    que sana los corazones destrozados

    Alabad al Señor, que la música es buena;

    nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

    El Señor reconstruye Jerusalén,

    reúne a los deportados de Israel. R/.


    Él sana los corazones destrozados,

    venda sus heridas.

    Cuenta el número de las estrellas,

    a cada una la llama por su nombre. R/.


    Nuestro Señor es grande y poderoso,

    su sabiduría no tiene medida.

    El Señor sostiene a los humildes,

    humilla hasta el polvo a los malvados. R/.



    Segunda lectura

    Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios  9,16-19.22-23 

    El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio. Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.


     

    Evangelio del Dia

    Evangelio según San Marcos  1,29-39 

    En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.

    Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.»

    Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»

    Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.



    Curación de la suegra de Pedro

    Marcos 1, 29-39. Tiempo Ordinario. Cada uno de nosotros está llamado a llevar la luz del evangelio y la fuerza de la gracia a quienes sufren.

    Meditación del Papa Francisco


    La obra salvadora de Cristo, no se agota con su persona durante su vida terrena; ésta prosigue mediante la Iglesia, sacramento del amor y de la ternura de Dios hacia los hombres.

    Al enviar en misión a sus discípulos, Jesús les confiere una doble misión: anunciar el Evangelio de la salvación y sanar a los enfermos. Fiel a esta enseñanza, la Iglesia siempre ha considerado la asistencia a los enfermos como parte integrante de su misión.

    “Los pobres y los que sufren, los tendrán siempre”, advierte Jesús. Y la Iglesia continuamente les encuentra en la calle, considerando a las personas enfermas como una vía privilegiada para encontrar a Cristo, para acogerlo y servirlo.

    Curar a un enfermo, acogerlo y servirlo es servir a Cristo, el enfermo es la carne de Cristo.

    Esto sucede en nuestro tiempo, cuando a pesar de las diversas adquisiciones de la ciencia, el sufrimiento interior y físico de las personas despierta fuertes interrogantes sobre el sentido de la enfermedad y del dolor, y sobre el porqué de la muerte.

    Son preguntas existenciales a las cuales la acción pastoral de la Iglesia debe responder a la luz de la fe, teniendo delante de los ojos al Crucifico, en el cual aparece todo el misterio de salvación de Dios padre, que por amor de los hombres no escatimó a su propio Hijo.

    Por lo tanto cada uno de nosotros está llamado a llevar la luz del evangelio y la fuerza de la gracia a quienes sufren y a todos aquellos que los asisten, familiares, médicos, enfermeros, para que el servicio al enfermo sea realizado cada vez con más humanidad, con dedicación generosa, con amor evangélico, y con ternura. (Homilía de S.S. Francisco,  8 de febrero de 2015).


    Reflexión Fray Nelson Medina.




     

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