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    Evangelio del Dia Lunes 8 de Febrero - San Marcos 6, 53-56

     Evangelio del Dia Lunes 8 de Febrero

    LECTURA DEL DÍA

    Del Libro del Génesis 1, 1-19

    En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos; y las tinieblas cubrían la faz del abismo. El espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.

    Dijo Dios: “Que exista la luz”, y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Llamó a la luz “día” y a las tinieblas, “noche”. Fue la tarde y la mañana del primer día.

    Dijo Dios: “Que haya un bóveda entre las aguas, que separe unas aguas de otras”. E hizo Dios una bóveda y separó con ella las aguas de arriba, de las aguas de abajo. Y así fue. Llamó Dios a la bóveda “cielo”. Fue la tarde y la mañana del segundo día.

    Dijo Dios: “Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo lugar y que aparezca el suelo seco”. Y así fue. Llamó Dios “tierra” al suelo seco y “mar” a la masa de las aguas. Y vio Dios que era bueno.

    Dijo Dios: “Verdee la tierra con plantas que den semillas y árboles que den fruto y semilla, según su especie, sobre la tierra”. Y así fue. Brotó de la tierra hierba verde, que producía semilla, según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla, según su especie. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del tercer día.

    Dijo Dios: “Que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que separen el día de la noche, señalen las estaciones, los días y los años, y luzcan en la bóveda del cielo para iluminar la tierra”. Y así fue. Hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para regir el día y la menor, para regir la noche; y también hizo las estrellas. Dios puso las lumbreras en la bóveda del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del cuarto día.



    Salmo

    Sal 103,1-2a.5-6.10.12.24.35c
     R/. Goce el Señor con sus obras

    Bendice, alma mía, al Señor,

    ¡Dios mío, qué grande eres!

    Te vistes de belleza y majestad,

    la luz te envuelve como un manto. R/.


    Asentaste la tierra sobre sus cimientos,

    y no vacilará jamás;

    la cubriste con el manto del océano,

    y las aguas se posaron sobre las montañas. R/.


    De los manantiales sacas los ríos,

    para que fluyan entre los montes;

    junto a ellos habitan las aves del cielo,

    y entre las frondas se oye su canto. R/.


    Cuántas son tus obras, Señor,

    y todas las hiciste con sabiduría;

    la tierra está llena de tus criaturas.

    ¡Bendice, alma mía, al Señor! R/.



    EVANGELIO DEL DÍA

    Evangelio según San Marcos 6, 53-56

    En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos terminaron la travesía del lago y tocaron tierra en Genesaret.

    Apenas bajaron de la barca, la gente los reconoció y de toda aquella región acudían a él, a cualquier parte donde sabían que se encontraba, y le llevaban en camillas a los enfermos.

    A dondequiera que llegaba, en los poblados, ciudades o caseríos, la gente le ponía a sus enfermos en la calle y le rogaba que por lo menos los dejara tocar la punta de su manto; y cuantos lo tocaban, quedaban curados.



    Reflexión Padre Luis Zazano.


    Reflexión Fray Nelson Medina

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