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    Evangelio de Dia Domingo 11 de Abril - San Juan 20, 19-31

    Evangelio de Dia Domingo 11 de Abril 



    Primera lectura

    De la Carta a los Hebreos 4, 32-35

    La multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y una sola alma; todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía.

    Con grandes muestras de poder, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre el pueblo. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o casas, los vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, y luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.


    Salmo

    Sal. 117, 2-4.16ab-18.22-24
     R: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia

    Diga la casa de Israel:

    eterna es su misericordia.

    Diga la casa de Aarón:

    eterna es su misericordia.

    Digan los fieles del Señor:

    eterna es su misericordia. R/.


    «La diestra del Señor es poderosa,

    la diestra del Señor es excelsa».

    No he de morir, viviré

    para contar las hazañas del Señor.

    Me castigó, me castigó el Señor,

    pero no me entregó a la muerte. R/.


    La piedra que desecharon los arquitectos

    es ahora la piedra angular.

    Es el Señor quien lo ha hecho,

    ha sido un milagro patente.

    Este es el día que hizo el Señor:

    sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.



    Segunda lectura

    De la Primera Carta de Juan 5, 1-6

    Queridos hermanos:

    Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él.

    En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.

    Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.

    ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

    Este es el que vino por el agua y la sangre: Jesucristo. No solo en el agua, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.



    EVANGELIO DEL DÍA

    Evangelio según San Juan 20, 19-31

    Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.

    De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

    Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.

    Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.

    Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.

    Palabra del Señor.


    Meditación del Papa Francisco

    Jesús se apareció de nuevo en el cenáculo, en medio de los discípulos: Tomás también estaba; se dirigió a él y lo invitó a tocar sus llagas. Y entonces, aquel hombre sincero, aquel hombre acostumbrado a comprobar personalmente las cosas, se arrodilló delante de Jesús y dijo: “Señor mío y Dios mío”.


    Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también la comprobación de la fe. Por eso, en el cuerpo de Cristo resucitado las llagas no desaparecen, permanecen, porque aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por nosotros, y son indispensables para creer en Dios. No para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fidelidad. San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: “Sus heridas nos han curado”.


    San Juan XXIII y san Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano, porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia.» (Homilía de S.S. Francisco, 27 de abril de 2014).


    Reflexión Fray Nelson Medina

    DOMINGO DE LA MISERICORDIA, CICLO B

    Recibimos de Jesús el Espíritu Santo, el encargo a los ministros del perdón y el mandato de evangelizar que no está bajo potestad de ninguna institución humana sino del mismo Jesús Nuestro Señor.



    Reflexión Padre Luis Zazano




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