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    Evangelio del día Martes 8 de Junio - San Mateo 5, 13-16

    Evangelio del día Martes 8 de Junio



    LECTURA DEL DÍA

    De la Segunda Carta de Pablo a los Corintios 1, 18-22

    Hermanos: Dios es testigo de que la palabra que les dirigimos a ustedes no fue primero “sí” y luego “no”. Cristo Jesús, el Hijo de Dios, a quien Silvano, Timoteo y yo les hemos anunciado, no fue primero “sí” y luego “no”. Todo él es un “sí”. En él, todas las promesas han pasado a ser realidad. Por él podemos responder “Amén” a Dios, quien a todos nosotros nos ha dado fortaleza en Cristo y nos ha consagrado. Nos ha marcado con su sello y ha puesto el Espíritu Santo en nuestro corazón, como garantía de lo que vamos a recibir.


    Salmo

    Salmo 118.
     R. Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.

    Tus preceptos son admirables,

    por eso los guarda mi alma. R.


    La explicación de tus palabras ilumina,

    da inteligencia a los ignorantes. R.


    Abro la boca y respiro,

    ansiando tus mandamientos. R.


    Vuélvete a mí y ten misericordia,

    como es tu norma con los que aman tu nombre. R.


    Asegura mis pasos con tu promesa,

    que ninguna maldad me domine. R.


    Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,

    enséñame tus leyes. R.



    EVANGELIO DEL DÍA

    Evangelio según San Mateo 5, 13-16

    En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.

    Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa.

    Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos’’.

    Reflexión Padre Luis Zazano.



    Reflexión Fray Nelson Medina

    El saber adaptar nuestras palabras, el buscar la mejor manera de llegar a los corazones e iluminarlos hace que nuestro comportamiento cristiano no vacile.

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