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    Evangelio del día Domingo 3 de Octubre - San Marcos 10,2-16

    Evangelio del día Domingo 3 de Octubre

    PRIMERA LECTURA

    Lectura del libro del Génesis  2,18-24 

    El Señor Dios se dijo: «No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude.»

    Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera. Así, el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontraba ninguno como él que lo ayudase. Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne. Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presentó al hombre.

    El hombre dijo: «Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.»


     

    SALMO

    Sal 127,1-2.3.4-5.6
    R/. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida


    Dichoso el que teme al Señor

    y sigue sus caminos.

    Comerás del fruto de tu trabajo,

    serás dichoso, te irá bien. R/.


    Tu mujer, como parra fecunda,

    en medio de tu casa;

    tus hijos, como renuevos de olivo,

    alrededor de tu mesa. R/.


    Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.

    Que el Señor te bendiga desde Sión,

    que veas la prosperidad de Jerusalén

    todos los días de tu vida. R/.


    Que veas a los hijos de tus hijos.

    ¡Paz a Israel! R/.



    SEGUNDA LECTURA

    Lectura de la carta a los Hebreos  2,9-11 

    Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos. Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al gula de su salvación. El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avengüenza de llamarlos hermanos.


     


    EVANGELIO DEL DIA

    Evangelio según San Marcos  10,2-16 

    En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?»

    Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?»

    Contestaron: «Moisés Permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.»

    Jesús les dijo: «Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»

    En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.»

    Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»

    Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.


       Palabra del Señor




    Reflexión del Papa Francisco

    En la familia todo está entrelazado: cuando su alma está herida en algún punto, la infección contagia a todos. Y cuando un hombre y una mujer, que se han comprometido a ser “una sola carne” y a formar una familia, piensa obsesivamente en las propias exigencias de libertad y de gratificación, esta distorsión afecta profundamente el corazón y la vida de los hijos. Tantas veces los niños se esconden para llorar solos… Debemos entender bien esto. Marido y mujer son una sola carne. Pero sus criaturas son carne de su carne. Si pensamos en la dureza con la que Jesús advierte a los adultos sobre no escandalizar a los pequeños podemos comprender mejor también su palabra sobre la grave responsabilidad de custodiar la unión conyugal que da inicio a la familia humana. Cuando el hombre y la mujer se convierten en una sola carne, todas las heridas y todos los abandonos del papá y de la mamá inciden en la carne viva de los hijos.

    Es verdad, por otra parte, que hay casos en los que la separación es inevitable. A veces se puede convertir incluso en moralmente necesaria, cuando se trata precisamente para proteger al cónyuge más débil, o a los hijos pequeños, de las heridas más graves causadas por la prepotencia y la violencia, del enfado o del aprovecharse, de la alienación y de la indiferencia. (Catequesis de S.S. Francisco, 24 de junio de 2015).


    Reflexión Fray Nelson Medina 

     DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO B 
    El matrimonio es la semilla de la cual surge la sociedad, es por esto que Cristo por amor a la humanidad y a nuestro futuro quiere protegerlo

     

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