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    Evangelio del día Lunes 4 de Octubre - San Lucas 10,25-37

    Evangelio del día Lunes 4 de Octubre 

    LECTURA DEL DIA

    Comienzo de la profecía de Jonás  1,1–2,1.11 

    Jonás, hijo de Amitai, recibió la palabra del Señor: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama en ella: "Su maldad ha llegado hasta mí."» Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor; bajó a Jafa y encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó el precio y embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos del Señor. Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el mar, y se alzó una gran tormenta en el mar, y la nave estaba a punto de naufragar. Temieron los marineros, e invocaba cada cual a su dios. Arrojaron los pertrechos al mar, para aligerar la nave, mientras Jonás, que había bajado a lo hondo de la nave, dormía profundamente.

    El capitán se le acercó y le dijo: «¿Por qué duermes? Levántate e invoca a tu Dios; quizá se compadezca ese Dios de nosotros, para que no perezcamos.»

    Y decían unos a otros: «Echemos suertes para ver por culpa de quién nos viene esta calamidad.»

    Echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás. Le interrogaron: «Dinos, ¿por qué nos sobreviene esta calamidad? ¿Cuál es tu oficio? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué pueblo eres?»

    Él les contestó: «Soy un hebreo; adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme.»

    Temieron grandemente aquellos hombres y le dijeron: «¿Qué has hecho?» Pues comprendieron que huía del Señor, por lo que él había declarado.

    Entonces le preguntaron: «¿Qué haremos contigo para que se nos aplaque el mar?» Porque el mar seguía embraveciéndose.

    Él contestó: «Levantadme y arrojadme al mar, y el mar se aplacará; pues sé que por mi culpa os sobrevino esta terrible tormenta.»

    Pero ellos remaban para alcanzar tierra firme, y no podían, porque el mar seguía embraveciéndose. Entonces invocaron al Señor, diciendo: «¡Ah, Señor, que no perezcamos por culpa de este hombre, no nos hagas responsables de una sangre inocente! Tú eres el Señor que obras como quieres.»

    Levantaron, pues, a Jonás y lo arrojaron al mar; y el mar calmó su cólera. Y temieron mucho al Señor aquellos hombres. Ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos. El Señor envió un gran pez a que se comiera a Jonás, y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches seguidas. El Señor dio orden al pez, y vomitó a Jonás en tierra firme.



    SALMO

    Jon 2,3.4.5.8
    R/. Sacaste mi vida de la fosa, Señor


    En mi aflicción clamé al Señor

    y me atendió;

    desde el vientre del abismo pedí auxilio,

    y escuchó mi clamor. R/.


    Me arrojaste a lo profundo en alta mar,

    me rodeaban las olas,

    tus corrientes y tu oleaje

    pasaban sobre mí. R/.


    Yo dije: «Me has arrojado de tu presencia;

    quién pudiera ver de nuevo tu santo templo.» R/.


    Cuando se me acababan las fuerzas

    me acordé del Señor;

    llegó hasta ti mi oración,

    hasta tu santo templo. R/.




    EVANGELIO DEL DIA

    Evangelio según San Lucas 10,25-37 

    En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»

    Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»

    Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»

    Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»

    Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?»

    Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»

    Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»

    Jesús le dijo: «Anda, haz tú lo mismo.»


         Palabra del Señor



    Reflexión Padre Luis Zazano



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