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    Evangelio del día Martes 29 de Marzo 2022 - San Juan 5, 1-16

    Evangelio del día Martes 29 de Marzo

    LECTURA DEL DÍA

    Lectura de la profecía de Ezequiel  47, 1-9. 12

    En aquellos tiempos, un hombre me llevó a la entrada del templo. Por debajo del umbral manaba agua hacia el oriente, pues el templo miraba hacia el oriente, y el agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.

    Luego me hizo salir por el pórtico del norte y dar la vuelta hasta el pórtico que mira hacia el oriente, y el agua corría por el lado derecho. Aquel hombre salió hacia el oriente, y con la cuerda que tenía en la mano, midió quinientos metros y me hizo atravesar por el agua, que me daba a los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo pasar; el agua me daba a las rodillas. Midió quinientos más y me hizo cruzar; el agua me daba a la cintura. Era ya un torrente que yo no podía vadear, pues habían crecido las aguas y no se tocaba el fondo. Entonces me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre?”

    Después me hizo volver a la orilla del torrente, y al mirar hacia atrás, vi una gran cantidad de árboles en una y otra orilla. Aquel hombre me dijo: “Estas aguas van hacia la región oriental; bajarán hasta el Arabá, entrarán en el mar de aguas saladas y lo sanearán. Todo ser viviente que se mueva por donde pasa el torrente, vivirá; habrá peces en abundancia, porque los lugares a donde lleguen estas aguas quedarán saneados y por dondequiera que el torrente pase, prosperará la vida. En ambas márgenes del torrente crecerán árboles frutales de toda especie, de follaje perenne e inagotables frutos. Darán frutos nuevos cada mes, porque los riegan las aguas que manan del santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas, de medicina”.



    SALMO

    Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9 
    R/. El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob

    Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,

    poderoso defensor en el peligro.

    Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,

    y los montes se desplomen en el mar. R/.


    Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,

    el Altísimo consagra su morada.

    Teniendo a Dios en medio, no vacila;

    Dios la socorre al despuntar la aurora. R/.


    El Señor del universo está con nosotros,

    nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

    Venid a ver las obras del Señor,

    las maravillas que hace en la tierra. R/.




    EVANGELIO DEL DÍA

    Evangelio según San Juan  5, 1-16

    Era un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, una piscina llamada Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo los cuales yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

    Al verlo ahí tendido y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo: “¿Quieres curarte?” Le respondió el enfermo: “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo”. Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y anda”. Al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.

    Aquel día era sábado. Por eso los judíos le dijeron al que había sido curado: “No te es lícito cargar tu camilla”. Pero él contestó: “El que me curó me dijo: ‘Toma tu camilla y anda’ ”. Ellos le preguntaron: “¿Quién es el que te dijo: ‘Toma tu camilla y anda’?” Pero el que había sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre. Más tarde lo encontró Jesús en el templo y le dijo: “Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor”. Aquel hombre fue y les contó a los judíos que el que lo había curado era Jesús. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.

       Palabra del Señor



    Reflexión Padre Luis Zazano.


    Reflexión Fray Nelson Medina

    Queremos que Jesús se acerque pero la conciencia del pecado nos lleva a sentir que estamos muy lejos de Él y que nuestra fe es muy imperfecta; pero Cristo también le da una mano a quien tiene una fe imperfecta.

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