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    Evangelio del día Domingo 1 de Mayo 2022 - San Juan 21, 1-19

    Evangelio del día Domingo 1 de Mayo 

    PRIMERA LECTURA

    Lectura de los Hechos de los Apóstoles 5, 27b-32. 40b-41

    En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles, diciendo:

    «¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre».

    Pedro y los apóstoles replicaron:

    «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen».

    Prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de Jesús, y los soltaron. Ellos, pues, salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el Nombre.



    SALMO

    Sal 29, 2 y 4. 5 y 6. 11 y 12a y 13b
     R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

    Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

    y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

    Señor, sacaste mi vida del abismo,

    me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.


    Tañed para el Señor, fieles suyos,

    celebrad el recuerdo de su nombre santo;

    su cólera dura un instante;

    su bondad, de por vida;

    al atardecer nos visita el llanto;

    por la mañana, el júbilo. R/.


    Escucha, Señor, y ten piedad de mí;

    Señor, socórreme.

    Cambiaste mi luto en danzas.

    Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.



    SEGUNDA LECTURA

    Lectura del libro del Apocalipsis 5, 11-14

    Yo, Juan, miré, y escuché la voz de muchos ángeles alrededor del trono, de los vivientes y de los ancianos, y eran miles de miles, miríadas de miríadas, y decían con voz potente:

    «Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza».

    Y escuché a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar —todo cuanto hay en ellos—, que decían:

    «Al que está sentado en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos».

    Y los cuatro vivientes respondían:

    «Amén».

    Y los ancianos se postraron y adoraron.




    EVANGELIO DEL DIA

    Evangelio según San Juan 21, 1-19

    En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:

    Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.

    Simón Pedro les dice:

    «Me voy a pescar».

    Ellos contestan:

    «Vamos también nosotros contigo».

    Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.

    Jesús les dice:

    «Muchachos, ¿tenéis pescado?».

    Ellos contestaron:

    «No».

    Él les dice:

    «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».

    La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:

    «Es el Señor».

    Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces.

    Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.

    Jesús les dice:

    «Traed de los peces que acabáis de coger».

    Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.

    Jesús les dice:

    «Vamos, almorzad».

    Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.

    Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.

    Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro:

    «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».

    Él le contestó:

    «Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

    Jesús le dice:

    «Apacienta mis corderos».

    Por segunda vez le pregunta:

    «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».

    Él le contesta:

    «Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

    Él le dice:

    «Pastorea mis ovejas».

    Por tercera vez le pregunta:

    «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».

    Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez:

    «¿Me quieres?»

    Y le contestó:

    «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».

    Jesús le dice:

    «Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».

    Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:

    «Sígueme».





    Reflexión Fray Nelson Medina

     

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