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    Evangelio del día Domingo 24 de Abril 2022 - San Juan 20, 19-31

    Evangelio del día Domingo 24 de Abril 

    PRIMERA LECTURA

    Lectura de los Hechos de los Apóstoles  5, 12-16

    En aquellos días, los apóstoles realizaban muchas señales milagrosas y prodigios en medio del pueblo. Todos los creyentes solían reunirse, por común acuerdo, en el pórtico de Salomón. Los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente los tenía en gran estima.

    El número de hombres y mujeres que creían en el Señor iba creciendo de día en día, hasta el punto de que tenían que sacar en literas y camillas a los enfermos y ponerlos en las plazas, para que, cuando Pedro pasara, al menos su sombra cayera sobre alguno de ellos.

    Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén y llevaba a los enfermos y a los atormentados por espíritus malignos, y todos quedaban curados.



    SALMO

    Sal 117, 2-4. 22-24. 25-27a
     R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

    R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,

    porque es eterna su misericordia.


    Diga la casa de Israel:

    eterna es su misericordia.

    Diga la casa de Aarón:

    eterna es su misericordia.

    Digan los fieles del Señor:

    eterna es su misericordia. R/.


    La piedra que desecharon los arquitectos

    es ahora la piedra angular.

    Es el Señor quien lo ha hecho,

    ha sido un milagro patente.

    Éste es el día que hizo el Señor:

    sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.


    Señor, danos la salvación;

    Señor, danos prosperidad.

    Bendito el que viene en nombre del Señor,

    os bendecimos desde la casa del Señor.

    El Señor es Dios, él nos ilumina. R/.



    SEGUNDA LECTURA

    Lectura del libro del Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19

    Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús, estaba desterrado en la isla llamada Patmos a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.

    El día del Señor fui arrebatado en espíritu y escuché detrás de mí una voz potente como de trompeta que decía:

    «Lo que estás viendo, escríbelo en un libro y envíalo a las siete iglesias».

    Me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y, vuelto, vi siete candelabros de oro, y en medio de los candelabros como un Hijo de hombre, vestido de una túnica talar, y ceñido el pecho con un cinturón de oro.

    Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Pero él puso su mano derecha sobre mí, diciéndome:

    «No temas; yo soy el Primero y el Último, el Viviente; estuve muerto, pero ya ves: vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que estás viendo: lo que es y lo que ha de suceder después de esto.



    EVANGELIO DEL DÍA

    Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-31

    Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.

    De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

    Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.

    Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.

    Otras muchas señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.

      Palabra del Señor




    Reflexión Fray Nelson Medina

     

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