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    Evangelio del día Martes 21 de Noviembre 2023 - Lucas 19, 1-10

    Evangelio del día Martes 21 de Noviembre 

    LECTURA DEL DIA

    Lectura del segundo libro de los Macabeos 6,18-31

    En aquellos días, Eleazar era uno de los principales maestros de la Ley, hombre de edad avanzada y semblante muy digno. Le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo.

    Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida.

    Quienes presidían este impío banquete, viejos amigos de Eleazar, movidos por una compasión ilegítima, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración.

    Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la ley santa dada por Dios, respondió coherentemente, diciendo enseguida:

    «¡Enviadme al sepulcro! No es digno de mi edad ese engaño. Van a creer los jóvenes que Eleazar a los noventa años ha apostatado y si miento por un poco de vida que me queda se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso sería manchar e infamar mi vejez. Y aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no me libraría de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble, por amor a nuestra santa y venerable ley».

    Dicho esto, se fue enseguida al suplicio.

    Los que lo llevaban, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar, cambiaron en dureza su actitud benévola de poco antes.

    Pero él, a punto de morir a causa de los golpes, dijo entre suspiros:

    «Bien sabe el Señor, dueño de la ciencia santa, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y que en mi alma los sufro con gusto por temor de él».

    De esta manera terminó su vida, dejando no solo a los jóvenes, sino a la mayoría de la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.



    SALMO

    Sal 3,2-3.4-5.6-7 
    R/. El Señor me sostiene

    Señor, cuántos son mis enemigos,

    cuántos se levantan contra mí;

    cuántos dicen de mí:

    «Ya no lo protege Dios». R/.


    Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,

    tú mantienes alta mi cabeza.

    Si grito invocando al Señor,

    él me escucha desde su monte santo. R/.


    Puedo acostarme y dormir y despertar:

    el Señor me sostiene.

    No temeré al pueblo innumerable

    que acampa a mi alrededor.

    Levántate, Señor; sálvame, Dios mío. R/.




    EVANGELIO DEL DIA

    Evangelio según San Lucas 19, 1-10

    En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad.

    En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.

    Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:

    «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».

    Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.

    Al ver esto, todos murmuraban diciendo:

    «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».

    Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:

    «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».

    Jesús le dijo:

    «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

        Palabra del Señor


    Reflexión Papa Francisco 

    Jesús se mostró tan disponible para la gente.  Estaba para la gente. No tenía tiempo ni siquiera para comer. Sus familiares, (…) Llegan al lugar donde Jesús está predicando y lo mandan llamar. Le dicen: «He aquí, tu madre, tus hermanos y hermanas están afuera y te buscan» Él responde: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» y mirando a las personas que le rodeaban para escucharlo, añade: «¡He aquí mi madre y mis hermanos! Porque quien cumpla la voluntad de Dios, es mi hermano, mi hermana y mi madre» Jesús ha formado una nueva familia, que ya no se basa en vínculos naturales, sino en la fe en Él, en su amor que nos acoge y nos une entre nosotros, en el Espíritu Santo. Todos aquellos que acogen la palabra de Jesús son hijos de Dios y hermanos entre ellos. Acoger la palabra de Jesús nos hace hermanos entre nosotros y nos hace ser la familia de Jesús. (…) Aquella respuesta de Jesús no es una falta de respeto por su madre y sus familiares. Más bien, para María es el mayor reconocimiento, porque precisamente ella es la perfecta discípula que ha obedecido en todo a la voluntad de Dios. Que nos ayude la Virgen Madre a vivir siempre en comunión con Jesús, reconociendo la obra del Espíritu Santo que actúa en Él y en la Iglesia, regenerando el mundo a una vida nueva. (Ángelus, 10 junio 2018)


    Evangelio en Lenguaje de Señas
    Martes 21 de Noviembre 2023

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