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    Evangelio del día Miércoles 22 de Noviembre 2023 - Lucas 19,11-28

    Evangelio del día Miércoles 22 de Noviembre

    LECTURA DEL DIA

    Lectura del segundo libro de los Macabeos 7,1.20-31

    En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la ley.

    En extremo admirable y digna de recuerdo fue la madre, quien, viendo morir a sus siete hijos en el espacio de un día, lo soportó con entereza, esperando en el Señor. Con noble actitud, unindo un temple viril a la ternura femenina, fue animando a cada uno y les decía en su lengua patria:

    «Yo no sé cómo aparecisteis en mi seno: yo no os regalé el aliento ni la vida, ni organicé los elementos de vuestro organismo. Fue el Creador del universo, quien modela la raza humana y determina el origen de todo. Él, por su misericordia, os devolverá el aliento y la vida, si ahora os sacrificáis por su ley».

    Antíoco creyó que la mujer lo despreciaba, y sospechó que lo estaba insultando.

    Todavía quedaba el más pequeño, y el rey intentaba persuadirlo; más aún, le juraba que si renegaba de sus tradiciones lo haría rico y feliz, lo tendría por Amigo y le daría algún cargo.

    Pero como el muchacho no le hacía el menor caso, el rey llamó a la madre y le rogaba que aconsejase al chiquillo para su bien.

    Tanto le insistió, que la madre accedió a persuadir al hijo: se inclinó hacia él y, riéndose del cruel tirano, habló así en su idioma patrio:

    «Hijo mío, ten piedad de mí, que te llevé nueve meses en el seno, te amamanté y te crié durante tres años, y te he alimentado hasta que te has hecho mozo! Hijo mío, te lo suplico, mira el cielo y la tierra, fíjate en todo lo que contienen, y ten presente que Dios lo creó todo de la nada, y el mismo origen tiene el género humano. No temas a ese verdugo; mantente a la altura de tus hermanos y acepta la muerte. Así, por la misericordia de Dios, te recobraré junto con ellos». Estaba todavía hablando, cuando el muchacho dijo:

    «¿Qué esperáis? No obedezco el mandato del rey; obedezco el mandato de la ley dada a nuestros padres por medio de Moisés. Pero tú, que eres el causante de todas las desgracias de los hebreos, no escaparás de las manos de Dios».



    SALMO

    Sal 16,1.5-6.8.15 
    R/. Al despertar, Señor, me saciaré de tu semblante

    Señor, escucha mi apelación,

    atiende a mis clamores,

    presta oído a mi súplica,

    que en mis labios no hay engaño. R/.


    Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,

    y no vacilaron mis pasos.

    Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;

    inclina el oído y escucha mis palabras. R/.


    Guárdame como a las niñas de tus ojos,

    a la sombra de tus alas escóndeme.

    Yo con mi apelación vengo a tu presencia,

    y al despertar me saciaré de tu semblante. R/.



    EVANGELIO DEL DIA

    Evangelio según San Lucas 19,11-28

    En aquel tiempo, Jesús dijo una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida.

    Dijo, pues:

    «Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después.

    Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles:

    “Negociad mientras vuelvo”.

    Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo:

    “No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros”.

    Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.

    El primero se presentó y dijo:

    “Señor, tu mina ha producido diez”.

    Él le dijo:

    “Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades”.

    El segundo llegó y dijo:

    “Tu mina, señor, ha rendido cinco”.

    A ese le dijo también:

    “Pues toma tú el mando de cinco ciudades”.

    El otro llegó y dijo:

    “Señor, aquí está tu mina; la he tenido guardada en un pañuelo, porque tenía miedo, pues eres un hombre exigente que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado”.

    Él le dijo:

    “Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses”. Entonces dijo a los presentes:

    “Quitadle a este la mina y dádsela al que tiene diez minas”.

    Le dijeron:

    “Señor, ya tiene diez minas”.

    “Os digo: al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y en cuanto a esos enemigos míos, que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia”».

    Dicho esto, caminaba delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

       Palabra del Señor



    Reflexión Papa Francisco

    Para ir adelante y crecer en el camino de la vida no hay que tener miedo, hay que tener confianza. Esta parábola nos hace entender lo importante que es tener una idea verdadera de Dios. No debemos pensar que Él es un patrón malo, duro y severo que quiere castigarnos. Si dentro de nosotros está esta imagen equivocada de Dios, entonces nuestra vida no podrá ser fecunda, porque viviremos en el miedo y este no nos conducirá a nada constructivo; de hecho, el miedo nos paraliza, nos autodestruye. Estamos llamados a reflexionar para descubrir cuál es verdaderamente nuestra idea de Dios. Ya en el Antiguo Testamento Él se reveló como «Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad» (Éxodo 34, 6). Y Jesús siempre nos ha mostrado que Dios no es un patrón severo e intolerante, sino un padre lleno de amor, de ternura, un padre lleno de bondad. Por lo tanto, podemos y debemos tener una inmensa confianza en Él. Jesús nos muestra la generosidad y la premura del Padre de tantos modos: con su palabra, con sus gestos, con su acogida hacia todos, especialmente hacia los pecadores, los pequeños y los pobres (…) pero también con sus advertencias, que revelan su interés para que nosotros no desperdiciemos inútilmente nuestra vida. Es un signo, de hecho, de que Dios tiene una gran estima de nosotros: esta conciencia nos ayuda a ser personas responsables en cada una de nuestras acciones. (Ángelus, 19 noviembre 2017)

     Evangelio en Lenguaje de Señas
    Miércoles 22 de Noviembre


    Reflexión Padre Luis Zazano

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