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Evangelio del dia

Evangelio Jueves 24 de Abril 2025 - Lucas 24, 35-48

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Lecturas, Salmo y Evangelio de Hoy - Palabra de Fe Catolica

Evangelio Jueves 24 de Abril

Lectura del día

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 3, 11-26

En aquellos días, mientras el paralítico curado seguía aún con Pedro y Juan, todo el pueblo, asombrado, acudió corriendo al pórtico llamado de Salomón, donde estaban ellos.
Al verlo, Pedro dirigió la palabra a la gente:
«Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto? ¿Por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a este con nuestro propio poder o virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo.

Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.
Por la fe en su nombre, este, que veis aquí y que conocéis, ha recobrado el vigor por medio de su nombre; la fe que viene por medio de él le ha restituido completamente la salud, a la vista de todos vosotros.
Ahora bien, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.
Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; para que vengan tiempos de consuelo de parte de Dios, y envíe a Jesús, el Mesías que os estaba destinado, al que debe recibir el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de la que Dios habló desde antiguo por boca de sus santos profetas.
Moisés dijo: “El Señor Dios vuestro hará surgir de entre vuestros hermanos un profeta como yo: escuchadle todo lo que os diga; y quien no escuche a ese profeta será excluido del pueblo”. Y, desde Samuel en adelante, todos los profetas que hablaron anunciaron también estos días.
Vosotros sois los hijos de los profetas, los hijos de la alianza que hizo Dios con vuestros padres, cuando le dijo a Abrahán: “En tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra”. Dios resucitó a su Siervo y os lo envía en primer lugar a vosotros para que os traiga la bendición, apartándoos a cada uno de vuestras maldades».

Salmo

Salmo 8, 2a y 5. 6-7. 8-9
R/. ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Señor, Dios nuestro,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él? R/.

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies. R/.

Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar. R/.

Evangelio del día

Evangelio según San Lucas 24, 35-48

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo de comer?».
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y les dijo:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

Palabra del Señor

Evangelio Jueves 24 de Abril 2025 - Lucas 24, 35-48

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Reflexión para el Evangelio de San Juan 17, 20-26

El pasaje de Lucas 24, 35-48 es una continuación directa de la historia de los discípulos de Emaús y nos sumerge en un momento clave de la vida de los primeros cristianos: el encuentro con el Resucitado. Este episodio no solo confirma la realidad de la resurrección de Jesús, sino que también nos revela su misión para la Iglesia y para cada uno de nosotros. Es un texto lleno de enseñanzas que nos invitan a profundizar en nuestra fe y en nuestra identidad como testigos de Cristo.

La narrativa comienza con los discípulos de Emaús regresando a Jerusalén para compartir su experiencia con los demás. En medio de su relato, Jesús se aparece repentinamente en la sala donde están reunidos. Su saludo es claro y reconfortante: "La paz sea con vosotros". Sin embargo, los apóstoles reaccionan con temor y asombro, pensando que estaban viendo un espíritu. Esta reacción refleja la lucha humana por comprender lo sobrenatural, pero también nos habla de la fragilidad de nuestra fe cuando enfrentamos lo inesperado. A menudo, como los discípulos, dudamos incluso cuando tenemos evidencias claras de la presencia de Dios en nuestras vidas.

Jesús, con paciencia infinita, les dice: "¿Por qué estáis turbados? ¿Por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo mismo". Con estas palabras, Jesús no solo demuestra su humanidad restaurada después de la resurrección, sino que también nos recuerda que Él es el mismo que sufrió, murió y ahora vive. Sus heridas son un testimonio permanente de su amor por nosotros y de su victoria sobre la muerte. Esto nos invita a reflexionar: ¿reconocemos las "heridas" de Cristo en nuestra propia vida, es decir, los momentos en que su amor y su poder transformador han sanado nuestro dolor?

Para disipar cualquier duda, Jesús pide algo de comer y come delante de ellos. Este gesto cotidiano y humano subraya la realidad tangible de su resurrección. No es un fantasma ni una ilusión; es el mismo Jesús que compartió la Última Cena con sus discípulos, que murió en la cruz y que ahora vive eternamente. Este detalle nos recuerda que la fe no es un ejercicio abstracto, sino que tiene raíces en hechos concretos. La resurrección no es una metáfora, sino un acontecimiento histórico que cambia para siempre la relación entre Dios y la humanidad.

Después de este encuentro, Jesús les explica las Escrituras, mostrándoles cómo todo lo que había sucedido estaba profetizado en la Ley de Moisés, los Profetas y los Salmos. Les dice: "Así estaba escrito: el Mesías tenía que padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día". Aquí encontramos una invitación a profundizar en las Sagradas Escrituras, porque en ellas encontramos las claves para entender el plan salvífico de Dios. Como católicos, estamos llamados a ser lectores atentos de la Biblia, buscando en ella la voz de Cristo que nos guía y nos instruye.

Finalmente, Jesús les encomienda una misión: "Vosotros sois testigos de esto". No se trata solo de recordar lo que han visto y oído, sino de proclamarlo a todas las naciones. Esta misión no es exclusiva de los apóstoles; es un llamado universal dirigido a todos los bautizados. Somos testigos de la resurrección cuando vivimos según el evangelio, cuando perdonamos como Cristo nos ha perdonado, cuando amamos como Él nos ha amado. Nuestra vida debe ser un reflejo de la alegría y la esperanza que provienen de saber que Cristo vive.

Además, Jesús menciona que el arrepentimiento y el perdón de los pecados serán predicados en su nombre a todas las naciones. Esto subraya la dimensión universal del mensaje cristiano. La salvación no es exclusiva de un grupo privilegiado, sino un don ofrecido a toda la humanidad. Como discípulos de Cristo, estamos llamados a ser instrumentos de reconciliación y paz, llevando a otros hacia el encuentro con el Señor.

NOTA : El Evangelio del día puede variar segun su pais por alguna celebracion local o Fiesta Patronal, etc.

El Evangelio aqui publicado se basa generalmente en el calendario liturgico del Vaticano, salvo algunas excepciones.

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