Lecturas, Salmo y Evangelio de Hoy - Palabra de Fe
Evangelio Lunes 18 de Agosto 2025 - San Mateo 19,16-22
Lectura del día
Lectura del libro de los Jueces 2,11-19
En aquellos días, los hijos de Israel obraron mal a los ojos del Señor, y sirvieron a los baales. Abandonaron al Señor, Dios de sus padres, que los había hecho salir de la tierra de Egipto, y fueron tras otros dioses, dioses de los pueblos vecinos, postrándose ante ellos e irritando al Señor. Abandonaron al Señor para servir a Baal y a las astartés.
Se encendió, entonces, la ira del Señor contra Israel, los entregó a manos de saqueadores que los expoliaron y los vendió a los enemigos de alrededor, de modo que ya no pudieron resistir ante ellos. Siempre que salían, la mano del Señor estaba contra, ellos para mal, según lo había anunciado el Señor y conforme les había jurado. Por lo que se encontraron en grave aprieto.
Entonces el Señor suscitó jueces que los salvaran de la mano de sus saqueadores. Pero tampoco escucharon a sus jueces, sino que se prostituyeron yendo tras otros dioses y se postraron ante ellos. Se desviaron pronto del camino que habían seguido sus padres, escuchando los mandatos del Señor. No obraron como ellos.
Cuando el Señor les suscitaba jueces, el Señor estaba con el juez y los salvaba de la mano de sus enemigos, en vida del juez, pues el Señor se compadecía de sus gemidos, provocados por quienes los vejaban y oprimían. Pero, a la muerte del juez volvían a prevaricar más que sus padres, yendo tras otros dioses que sus padres, para servirles y postrarse ante ellos. No desistían de su comportamiento ni de su conducta obstinada.
Salmo
Salmo 105
R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo
No exterminaron a los pueblos
que el Señor les había mandado;
emparentaron con los gentiles,
imitaron sus costumbres. R.
Adoraron sus ídolos
y cayeron en sus lazos.
Inmolaron a los demonios
sus hijos y sus hijas. R.
Se mancharon con sus acciones
y se prostituyeron con sus maldades.
La ira del Señor se encendió contra su pueblo,
y aborreció su heredad. R.
Cuántas veces los libró;
mas ellos, obstinados en su actitud.
Pero él miró su angustia,
y escuchó sus gritos. R.
Evangelio del día
Evangelio según San Mateo 19,16-22
En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?».
Jesús le contestó:
« ¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos».
Él le preguntó:
«¿Cuáles?».
Jesús le contestó:
«No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo».
El joven le dijo:
«Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?».
Jesús le contestó:
«Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres – así tendrás un tesoro en el cielo - y luego ven y sígueme».
Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico.
Palabra del Señor
Evangelio Lunes 18 de Agosto 2025 - San Mateo 19,16-22
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Reflexión para el Evangelio de San Mateo 19,16-22
En este pasaje del Evangelio según San Mateo, encontramos una de las escenas más emblemáticas y desafiantes de las enseñanzas de Jesús. Se trata del encuentro entre Jesús y un joven rico que le pregunta: "Maestro, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna?" (Mt 19,16). Este episodio nos invita a reflexionar profundamente sobre nuestras prioridades en la vida, nuestra relación con Dios y el papel que juegan los bienes materiales en nuestra búsqueda de la salvación.
El joven se acerca a Jesús con una actitud respetuosa y sincera. Su pregunta revela un anhelo profundo por alcanzar la vida eterna, lo cual indica que no busca simplemente una vida cómoda o exitosa, sino algo mucho más trascendente: la plenitud con Dios. Sin embargo, su enfoque inicial parece centrarse en cumplir ciertos "mandamientos" como medio para asegurar su salvación.
Jesús, conocedor del corazón humano, responde señalando los mandamientos fundamentales que tienen que ver con el amor al prójimo: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo" (Mt 19,18-19). Estos preceptos son esenciales para vivir en armonía con Dios y con los demás, pero no son suficientes si no están arraigados en un amor verdadero hacia Dios.
Cuando el joven asegura que ha cumplido todos estos mandamientos desde su juventud, Jesús lo mira con amor y le propone un paso más: "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme" (Mt 19,21). Aquí radica el corazón del mensaje evangélico: el llamado a abandonar todo aquello que nos impide entregarnos plenamente a Dios.
El desafío de la riqueza
La reacción del joven es inmediata y reveladora: "Al oír esto, se fue triste, porque tenía muchos bienes" (Mt 19,22). Aunque había mostrado un gran interés por la vida eterna, su apego a sus posesiones terminó siendo un obstáculo insuperable. Jesús no está condenando la riqueza en sí misma, sino el apego desordenado a los bienes materiales, que puede convertirse en una barrera para seguirle.
Este episodio nos recuerda que las riquezas, cuando se convierten en ídolos, nos alejan de Dios. Como dice el apóstol Pablo: "El amor al dinero es la raíz de todos los males" (1 Timoteo 6,10). La clave no está en cuánto tenemos, sino en cómo utilizamos lo que poseemos para servir a Dios y al prójimo.
Este pasaje nos interpela directamente. Todos somos, en algún sentido, "ricos" en comparación con aquellos que carecen de lo básico para vivir. Tal vez no tengamos grandes fortunas, pero podemos estar apegados a cosas que ocupan el primer lugar en nuestra vida: el dinero, el poder, el reconocimiento, el éxito profesional, incluso las relaciones humanas. Cualquier cosa que pongamos por encima de Dios se convierte en un obstáculo para nuestra salvación.
Jesús nos invita a examinar nuestro corazón y preguntarnos: ¿Qué es lo que me ata? ¿Qué estoy dispuesto a renunciar para seguir a Cristo? La respuesta no siempre será fácil, pero es necesaria si queremos alcanzar la vida eterna.
El seguimiento radical
El llamado de Jesús al joven rico es también un llamado a cada uno de nosotros: "Ven y sígueme" . Seguir a Cristo implica una conversión continua, un desprendimiento de todo lo que nos impide amarlo con todo el corazón. No se trata solo de vender bienes materiales, sino de entregar nuestra vida entera a Dios, confiando en que Él proveerá todo lo que necesitamos.
San Agustín decía: "Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera llegar a ser Dios" . En otras palabras, el seguimiento de Cristo no es una pérdida, sino una ganancia infinita. Al entregarlo todo, recibimos mucho más: la vida eterna, la paz interior y la comunión plena con Dios.
NOTA : El Evangelio del día puede variar segun su pais por alguna celebracion local o Fiesta Patronal, etc.
El Evangelio aqui publicado se basa generalmente en el calendario liturgico del Vaticano, salvo algunas excepciones.