Lecturas, Salmo y Evangelio de Hoy - Palabra de Fe
Evangelio Domingo 10 de Agosto 2025 - Lucas 12, 32-48
Primera lectura
Lectura del libro de la Sabiduría 18, 6-9
La noche de la liberación les fue preanunciada a nuestros antepasados, para que, sabiendo con certeza en qué promesas creían, tuvieran buen ánimo.
Tu pueblo esperaba la salvación de los justos
y la perdición de los enemigos,
pues con lo que castigaste a los adversarios,
nos glorificaste a nosotros, llamándonos a ti.
Los piadosos hijos de los justos ofrecían sacrificios en secreto y establecieron unánimes esta ley divina:
que los fieles compartirían los mismos bienes y peligros, después de haber cantado las alabanzas de los antepasados.
Salmo
Salmo 32, 1 y 12. 18-19. 20 y 22
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R/.
Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos 11, 1-2. 8-19
Hermanos:
La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve.
Por ella son recordados los antiguos.
Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba.
Por fe vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas, y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.
Por la fe también Sara, siendo estéril, obtuvo “vigor para concebir” cuando ya le había pasado la edad, porque consideró fiel al que se lo prometía.
Y así, de un hombre, marcado ya por la muerte, nacieron hijos numerosos, como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas.
Con fe murieron todos estos, sin haber recibido las promesas, sino viéndolas y saludándolas de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.
Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver.
Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo.
Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad.
Por la fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac: ofreció a su hijo único, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «Isaac continuará tu descendencia».
Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar de entre los muertos, de donde en cierto sentido recobró a Isaac.
Evangelio del día
Evangelio según San Lucas 12, 32-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.
Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Pedro le dijo:
«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».
Y el Señor dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?
Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.
El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.
Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».
Palabra del Señor
Evangelio Domingo 10 de Agosto 2025 - Lucas 12, 32-48
Anterior |

Domingo 10 |
Siguiente
Calendario Anual
Reflexión para el Evangelio de San Lucas 12, 32-48
El pasaje de
San Lucas 12, 32-48 contiene una serie de enseñanzas de Jesús que nos invitan a reflexionar sobre la confianza en la providencia divina, la vigilancia espiritual y la responsabilidad que tenemos como discípulos suyos. A través de palabras llenas de sabiduría y parábolas profundas, Jesús nos desafía a vivir con un corazón desprendido, atentos a su venida y comprometidos con el servicio al prójimo.
No temáis, pequeño rebaño
Jesús comienza diciendo: "No temáis, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino." Estas palabras son un consuelo y una invitación a confiar plenamente en la bondad y providencia de Dios. Como cristianos, somos llamados a reconocer que el Reino de Dios no es algo que debemos ganar por nuestros propios méritos, sino un don gratuito que proviene del amor infinito del Padre.
Esta afirmación también subraya nuestra identidad como parte del "pequeño rebaño" de Cristo. No somos una multitud poderosa ni dominante en este mundo, pero somos amados y cuidados por Dios. Nos recuerda que nuestra seguridad no está en nuestras posesiones o logros, sino en la promesa de Dios de estar siempre con nosotros.
Vended lo que poseéis y dad limosna
Jesús continúa exhortando: "Vended lo que poseéis y dad limosna; haceos bolsas que no se deterioren, un tesoro inagotable en los cielos, donde no se acerca el ladrón ni la polilla destruye." Esta enseñanza radical nos llama a examinar nuestra relación con los bienes materiales. No se trata simplemente de desprendernos de todo, sino de adoptar una actitud de desprendimiento y generosidad.
La acumulación de riquezas puede fácilmente convertirse en una trampa que nos ata a este mundo y nos aleja de Dios. En cambio, Jesús nos invita a invertir en el "tesoro celestial", que es eterno e inagotable. Este tesoro se construye a través de la caridad, la justicia y el servicio a los demás. Al compartir lo que tenemos, reflejamos el amor de Dios y contribuimos a la construcción del Reino.
Estad preparados
Jesús enfatiza la necesidad de estar preparados para su venida: "Estén ceñidas vuestras cinturas y encendidas vuestras lámparas; sed como hombres que esperan a que su señor regrese de la boda, para abrirle apenas llegue y llame." Esta imagen nos habla de la vigilancia espiritual y la disposición constante para recibir a Cristo en cualquier momento.
La vida cristiana no es una espera pasiva, sino un estado activo de alerta y fidelidad. Debemos estar listos para responder al llamado de Dios, ya sea en el momento de nuestra muerte, en el juicio final o en las pequeñas oportunidades diarias de servirlo en los demás. La metáfora de las lámparas encendidas simboliza la fe y las buenas obras que deben iluminar nuestro camino mientras esperamos su retorno.
Bienaventurados los siervos vigilantes
Jesús promete una gran recompensa a quienes permanecen vigilantes: "Dichosos esos siervos a quienes, al llegar, encuentre velando. En verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a su mesa y vendrá a servirles." Esta promesa es un recordatorio de la cercanía y el amor de Cristo hacia sus discípulos. No solo nos invita a estar preparados, sino que también nos asegura que Él mismo nos honrará y bendecirá cuando permanezcamos fieles.
Sin embargo, Jesús también advierte que su venida puede ser inesperada: "Pero comprendan esto: si el dueño de casa supiera a qué hora viene el ladrón, no dejaría que le rompan el techo." Esta comparación nos recuerda que la vida es incierta y que debemos estar siempre listos, sin posponer nuestra conversión ni descuidar nuestra misión.
La parábola del administrador fiel
Finalmente, Jesús cuenta la parábola del administrador fiel, quien distribuye alimentos a tiempo a los criados mientras su señor está ausente. Este sirviente representa a aquellos que cumplen fielmente su misión en la Iglesia y en el mundo, actuando con responsabilidad y amor hacia los demás.
Por el contrario, el administrador infiel, que abusa de su posición y se entrega a la gula y la negligencia, será castigado severamente cuando su señor regrese inesperadamente. Esta advertencia subraya la importancia de la fidelidad y el buen uso de los talentos y recursos que Dios nos ha confiado. Nos recuerda que nuestras acciones tienen consecuencias eternas y que seremos juzgados según cómo hayamos respondido a la confianza que Dios depositó en nosotros.
Este pasaje nos desafía a:
Confiar en la providencia divina:
Reconocer que Dios proveerá todo lo que necesitamos y que nuestro verdadero tesoro está en el cielo.
Practicar el desprendimiento:
Vivir con generosidad y compartir lo que tenemos con los demás, especialmente con los más necesitados.
Permanecer vigilantes:
Mantener nuestras lámparas encendidas mediante una vida de oración, virtud y servicio, siempre preparados para el encuentro con Cristo.
Ser administradores fieles:
Usar los dones y oportunidades que Dios nos ha dado para edificar su Reino y servir a los demás con amor.
NOTA : El Evangelio del día puede variar segun su pais por alguna celebracion local o Fiesta Patronal, etc.
El Evangelio aqui publicado se basa generalmente en el calendario liturgico del Vaticano, salvo algunas excepciones.