Lecturas, Salmo y Evangelio de Hoy - Palabra de Fe
Evangelio Domingo 3 de Agosto 2025 - San Lucas 12, 13-21
Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23
¡Vanidad de vanidades!, —dice Qohélet—. ¡Vanidad de vanidades; todo es vanidad!
Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado. También esto es vanidad y grave dolencia.
Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol?
De día su tarea es sufrir y penar; de noche no descansa su mente. También esto es vanidad.
Salmo
Salmo 89, 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17
R/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna. R/.
Si tú los retiras
son como un sueño,
como hierba que se renueva
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R/.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 3, 1-5. 9-11
Hermanos:
Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él.
En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría.
¡No os mintáis unos a otros!: os habéis despojado del hombre viejo, con sus obras, y os habéis revestido de la nueva condición que, mediante el conocimiento, se va renovando a imagen de su Creador, donde no hay griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita, esclavo y libre, sino Cristo, que lo es todo, y en todos.
Evangelio del día
Evangelio según San Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús:
«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
Él le dijo:
«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».
Y les dijo:
«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».
Y les propuso una parábola:
«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose:
“¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo:
“Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.
Pero Dios le dijo:
“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.
Así es el que atesora para SÍ y no es rico ante Dios».
Palabra del Señor
Evangelio Domingo 3 de Agosto 2025 - San Lucas 12, 13-21
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Reflexión para el Evangelio de San Lucas 12, 13-21
El pasaje de
San Lucas 12, 13-21 presenta una poderosa enseñanza de Jesús sobre la verdadera riqueza y los peligros de aferrarse a los bienes materiales. A través de la parábola del rico insensato, Jesús nos invita a reflexionar sobre nuestras prioridades en la vida, el valor de la generosidad y la importancia de confiar en Dios más que en las posesiones terrenales. Este texto es un recordatorio claro de que nuestra vida no se mide por lo que tenemos, sino por cómo vivimos para Dios y para los demás.
La petición inicial: Más allá de la herencia
La escena comienza con alguien en la multitud pidiendo a Jesús que intervenga en un conflicto familiar sobre una herencia: "Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia". Esta solicitud refleja una preocupación común en la sociedad: la codicia y las disputas por los bienes materiales. Sin embargo, Jesús responde de manera sorprendente: "¿Quién me ha puesto como juez o árbitro entre vosotros?". Con estas palabras, Él rechaza involucrarse en asuntos puramente materiales y, en cambio, aprovecha la ocasión para dar una lección espiritual mucho más profunda.
Jesús advierte: "Mirad y guardaos de toda clase de codicia, porque aunque uno tenga abundancia, su vida no depende de sus bienes". Aquí se nos recuerda que acumular riquezas no garantiza felicidad ni seguridad. La verdadera vida no se encuentra en lo que poseemos, sino en nuestra relación con Dios y en cómo usamos lo que Él nos ha dado para servir a los demás.
La parábola del rico insensato
Para ilustrar su punto, Jesús cuenta la parábola del rico cuyas tierras produjeron abundantemente. En lugar de compartir su abundancia o usarla para ayudar a otros, este hombre decide construir graneros más grandes para almacenar todo para sí mismo. Su razonamiento egoísta queda claro cuando dice: "Tú tienes muchos bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe, date buena vida".
Sin embargo, Dios interviene de manera inesperada: "Necio, esta noche te reclaman tu vida; lo que has preparado, ¿de quién será?". Estas palabras revelan la futilidad de acumular bienes sin pensar en el propósito eterno de nuestra existencia. El rico insensato había centrado su vida en el materialismo, ignorando tanto a Dios como a las necesidades de los demás. Su error fue creer que la riqueza podía proporcionarle seguridad y satisfacción, pero al final, su vida terminó sin sentido.
Una advertencia sobre la codicia
Este pasaje nos confronta directamente con una verdad incómoda: la codicia es una trampa que puede robar nuestra paz, nuestra libertad y nuestra capacidad de amar. Cuando ponemos nuestra confianza en los bienes materiales, perdemos de vista lo que realmente importa: nuestra relación con Dios, nuestro amor hacia los demás y nuestra preparación para la vida eterna.
Jesús nos recuerda que nuestra verdadera riqueza no está en lo que poseemos, sino en lo que somos y compartimos. Ser ricos ante Dios significa vivir con gratitud, generosidad y desprendimiento, reconociendo que todo lo que tenemos es un don que debe ser usado para el bien común y la gloria de Dios.
Un llamado a la sabiduría espiritual
La parábola también nos invita a examinar nuestras propias vidas. ¿Estamos acumulando bienes solo para nosotros mismos, o estamos usando lo que tenemos para bendecir a otros? ¿Estamos tan enfocados en asegurar nuestro futuro material que descuidamos nuestra vida espiritual? La sabiduría espiritual consiste en reconocer que nuestra vida en esta tierra es breve y que debemos vivirla con un propósito eterno.
Como discípulos de Cristo, estamos llamados a ser administradores fieles de los recursos que Dios nos ha confiado. Esto implica compartir con los necesitados, practicar la caridad y buscar siempre el Reino de Dios antes que las riquezas temporales (cf. Lc 12,31).
NOTA : El Evangelio del día puede variar segun su pais por alguna celebracion local o Fiesta Patronal, etc.
El Evangelio aqui publicado se basa generalmente en el calendario liturgico del Vaticano, salvo algunas excepciones.