Lecturas, Salmo y Evangelio de Hoy - Palabra de Fe
Evangelio Lunes 7 de Julio 2025 - Mateo 9,18-26
Lectura del día
Lectura del libro del Génesis 28, 10-22a
En aquellos días, Jacob salió de Berseba en dirección a Jarán.
Llegó a un determinado lugar y se quedó allí a pernoctar, porque ya se había puesto el sol.
Tomando una piedra de allí mismo, se la colocó por cabezal y se echó a dormir en aquel lugar.
Y tuvo un sueño: una escalinata, apoyada en la tierra, con la cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella. El Señor, que estaba en pie junto a ella, le dijo:
«Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac. La tierra sobre la que estás acostado la daré a ti y a tu descendencia.
Tu descendencia será como el polvo de la tierra, y te extenderás a occidente y oriente, a norte y sur; y todas las naciones de la tierra serán benditas por causa tuya y de tu descendencia. Yo estoy contigo; yo te guardaré donde quiera que vayas, te haré volver a esta tierra y no te abandonaré hasta que cumpla lo que he prometido».
Cuando Jacob despertó de su sueño, dijo:
«Realmente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía».
Y, sobrecogido, añadió:
«Qué terrible es este lugar; no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo».
Jacob se levantó de madrugada, tomó la piedra que había colocado como cabezal, la ergidió como estela y derramó aceite por encima.
Y llamó a aquel lugar Betel, aunque antes la ciudad se llamaba Luz.
Jacob hizo un voto en estos términos:
«Si Dios está conmigo y me guarda en el camino que estoy haciendo, si me da pan para comer y vestidos para cubrirme, si vuelvo sano y salvo a casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios, y esta piedra que he erigido como estela será una casa de Dios; y de todo lo que me des, te daré el diezmo».
Salmo
Salmo 90,1-2.3-4.14-15ab
R/. Dios mío, confío en ti
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti». R.
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás.:
su verdad es escudo y armadura. R.
«Se puso junto a mi: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación». R.
Evangelio del día
Evangelio según San Mateo 9,18-26
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un jefe de los judíos que se arrodilló ante él y le dijo:
«Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, impón tu mano sobre ella y vivirá».
Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
Entre tanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto, pensando que con solo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió y, al verla le dijo:
«¡Animo, hija! Tu fe te ha curado».
Y en aquel momento quedó curada la mujer.
Jesús llegó a casa de aquel jefe y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo:
«¡Retiraos! La niña no está muerta, está dormida».
Se reían de él.
Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se levantó.
La noticia se divulgó por toda aquella comarca.
Palabra del Señor
Evangelio Lunes 7 de Julio 2025 - Mateo 9,18-26
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Reflexión para el Evangelio de Mateo 9,18-26
El pasaje de
Mateo 9, 18-26 nos presenta dos milagros entrelazados: la resurrección de la hija de un jefe de la sinagoga y la curación de una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años. Este episodio no solo revela el poder sanador y restituidor de Jesús, sino que también nos invita a reflexionar sobre la fe, la humildad y la confianza en Dios como respuesta a nuestras necesidades más profundas.
La Fe del Jefe de la Sinagoga
La historia comienza con la intervención desesperada de un jefe de la sinagoga, quien se acerca a Jesús con una petición urgente: su hija está gravemente enferma, al borde de la muerte. Su actitud es un ejemplo de fe activa y confiada. A pesar de su posición social, este hombre no duda en postrarse ante Jesús y pedirle ayuda. "Mi hija acaba de morir, pero ven y pon las manos sobre ella, y vivirá" (v. 18). Esta declaración refleja una fe profunda en el poder de Jesús para trascender incluso los límites de la muerte.
Este gesto nos enseña que la verdadera fe no se avergüenza de reconocer nuestras necesidades ni de buscar la ayuda divina en medio de la oscuridad. No importa cuán desesperada sea nuestra situación, Jesús siempre está dispuesto a escuchar y actuar. La fe del jefe de la sinagoga nos desafía a acercarnos a Dios con confianza, sabiendo que Él tiene el poder de restaurar lo que parece perdido.
La Humildad de la Mujer Hemorrágica
Mientras Jesús se dirige a la casa del jefe de la sinagoga, una mujer que había estado enferma durante doce años se acerca a Él en medio de la multitud. Sabemos por el texto que esta mujer había gastado todos sus recursos buscando una cura, pero en lugar de mejorar, su condición empeoró. Según la ley judía, su hemorragia la consideraba impura, lo que significaba que estaba excluida de la comunidad religiosa y social. Sin embargo, movida por una fe inquebrantable, toca el borde del manto de Jesús, creyendo que eso bastaría para sanarla.
Inmediatamente, Jesús percibe que una fuerza ha salido de Él y pregunta: "¿Quién me ha tocado?" (v. 20). La mujer, temblando de miedo, se arroja a sus pies y confiesa lo que ha hecho. Jesús, lejos de reprenderla, la llama "hija" y le dice: "Tu fe te ha salvado" (v. 22). Aquí vemos cómo la humildad y la fe sincera abren las puertas de la misericordia divina. Aunque la mujer actuó casi en secreto, su corazón estaba completamente abierto a Dios. Jesús no solo sana su cuerpo, sino que también la reintegra a la comunidad, devolviéndole su dignidad.
La Resurrección de la Hija
Cuando Jesús llega a la casa del jefe de la sinagoga, encuentra caos y llanto debido a la supuesta muerte de la niña. Pero Él les dice: "No tengáis miedo; solamente creed" (v. 22). Luego entra, toma la mano de la niña y ordena: "Niña, levántate" (v. 25). En ese momento, la niña regresa a la vida. Este milagro es un testimonio claro del poder absoluto de Jesús sobre la muerte, una prefiguración de su propia resurrección.
Este pasaje tiene importantes lecciones para nosotros hoy. Primero, nos recuerda que la fe es la clave para experimentar la gracia de Dios. Tanto el jefe de la sinagoga como la mujer hemorrágica demostraron fe activa: uno pidió audazmente, y la otra actuó con valentía. Nos invita a preguntarnos: ¿confiamos en que Jesús puede transformar nuestras situaciones más difíciles?
En segundo lugar, este texto nos desafía a acercarnos a Dios con humildad. La mujer hemorrágica reconoció su necesidad y no permitió que el miedo o la vergüenza la detuvieran. Así como ella tocó el manto de Jesús, somos llamados a acercarnos a Él en la Eucaristía, la oración y el sacramento de la Reconciliación, sabiendo que su amor puede sanar nuestras heridas más profundas.
Finalmente, este episodio nos recuerda que Jesús es Señor de la vida y de la muerte. En un mundo donde enfrentamos enfermedades, pérdidas y sufrimientos, podemos confiar en que Él tiene el poder de restaurar y renovar. Aunque nuestra fe pueda parecer pequeña, Él puede obrar maravillas a través de ella.
NOTA : El Evangelio del día puede variar segun su pais por alguna celebracion local o Fiesta Patronal, etc.
El Evangelio aqui publicado se basa generalmente en el calendario liturgico del Vaticano, salvo algunas excepciones.