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Evangelio del dia

Evangelio Sábado 12 de Julio 2025

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Lecturas, Salmo y Evangelio de Hoy - Palabra de Fe

Evangelio Sábado 12 de Julio 2025 - Mateo 10,24-33

Lectura del día

Lectura del libro del Génesis 49,29-32;50,15-26a:

En aquellos días, Jacob dio las siguientes instrucciones a sus hijos:
« Cuando me reúna con los míos, enterradme con mis padres en la cueva del campo de Efrón, el hitita, la cueva del campo de Macpela frente a Mambré, en la tierra de Canaán, la que compró Abrahán a Efrón, el hitita, como sepulcro en propiedad. Allí enterraron a Abrahán y Sara, su mujer; allí enterraron a Isaac y a Rebeca, su mujer; allí enterré yo a Lía. El campo y la cueva fueron comprados a los hititas».
Cuando los hermanos de José vieron que había muerto su padre, se dijeron:
«A ver si José nos guarda rencor y quiere pagarnos todo el mal que le hicimos».
Y mandaron decir a José:
«Antes de morir tu padre nos encargó: "Esto diréis a José: Perdona a tus hermanos su crimen y su pecado y el mal que te hicieron". Por tanto, perdona el crimen de los siervos del Dios de tu padre”».
José, al oírlo, se echó a llorar. Entonces vinieron los hermanos, se postraron ante él, y le dijeron:
«Aquí nos tienes, somos tus siervos».
Pero José les respondió:
«No temáis ¿soy yo acaso Dios? Vosotros intentasteis hacerme mal, pero Dios intentaba hacer bien, para dar vida a un pueblo numeroso, como hoy somos. Por tanto, no temáis; yo os mantendré a vosotros y a vuestros hijos».
Y los consoló, hablándoles al corazón.
José habitó en Egipto con la familia de su padre y vivió ciento diez años. José llegó a conocer a los descendientes de Efraín, hasta la tercera generación, y también a los hijos de Maquir, hijo de Manasés, que nacieron sobre sus rodillas.
Más adelante, José dijo a sus hermanos:
«Yo voy a morir. Dios cuidará de vosotros y os llevará de esta tierra a la tierra que juró dar a Abrahán, Isaac y Jacob».
Luego José hizo jurar a los hijos de Israel:
«Cuando Dios os visite, os llevaréis mis huesos de aquí».
José murió a los ciento diez años.

Salmo

Salmo 104,1-2.3-4.6-7
R/. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón

Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas. R.

Gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro. R.

¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R.

Evangelio del día

Evangelio según San Mateo 10,24-33

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro, y al esclavo como su amo. Si al dueño de la casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados!
No les tengáis miedo, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse.
Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído, pregonadlo desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la “gehenna”. ¿No se venden un par de gorriones por unos céntimos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; valéis más vosotros que muchos gorriones.
A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».

Palabra del Señor

Evangelio Sábado 12 de Julio 2025 - Mateo 10,24-33

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Reflexión para el Evangelio de San Mateo 10,24-33

El pasaje de San Mateo 10, 24-33 contiene una serie de enseñanzas profundas y desafiantes que Jesús dirige a sus discípulos mientras los prepara para la misión evangelizadora. Este texto nos invita a reflexionar sobre el costo del discipulado, la confianza en la providencia divina y la importancia de proclamar públicamente nuestra fe en Cristo.

"No hay discípulo más grande que su maestro"
Jesús comienza con una afirmación clara: "El discípulo no está por encima de su maestro, ni el siervo por encima de su señor" (v. 24). Esto significa que quienes siguen a Cristo deben estar dispuestos a enfrentar las mismas dificultades y persecuciones que Él enfrentó. Si al Maestro lo llamaron "Belcebú", no debemos sorprendernos si a nosotros también nos critican o rechazan por causa del Evangelio.

Este principio nos recuerda que el discipulado cristiano no es un camino fácil. En un mundo donde los valores del Reino a menudo chocan con los valores dominantes, ser seguidor de Jesús puede implicar incomodidad, oposición e incluso persecución. Sin embargo, Jesús nos asegura que estas pruebas no son motivo de temor, porque nuestra identidad y seguridad están en Dios, no en la aceptación del mundo.

Confianza en la Providencia Divina
Jesús continúa animando a sus discípulos a no tener miedo de aquellos que pueden hacerles daño físico: "No tengáis miedo de los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma" (v. 28). Esta declaración revela una verdad profunda: lo que realmente importa no es la vida terrenal, sino el destino eterno de nuestras almas. Nuestro mayor temor no debería ser el sufrimiento temporal, sino separarnos de Dios.

Además, Jesús subraya que Dios cuida de cada detalle de nuestras vidas: "Ni un gorrión cae al suelo sin que vuestro Padre lo permita. Pues bien, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados" (vv. 29-30). Estas palabras nos invitan a confiar plenamente en la providencia divina. No estamos solos en nuestra misión; Dios nos protege y guía en cada paso del camino. Si Él cuida de los pequeños detalles de la creación, ¿cuánto más cuidará de nosotros, que somos hechos a su imagen y llamados a colaborar en su obra?

Proclamar la Fe sin Temor
Jesús concluye con una exhortación poderosa: "A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré delante de mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos" (vv. 32-33). Aquí se enfatiza la importancia de vivir y proclamar nuestra fe abiertamente, sin temor a las consecuencias. Ser discípulo de Cristo implica una decisión pública y valiente de identificarnos con Él, incluso cuando esto nos lleve a situaciones incómodas o difíciles.

Esta enseñanza nos desafía a examinar nuestra propia vida. ¿Estamos dispuestos a reconocer a Jesús ante los demás, especialmente en momentos en que podría ser costoso? La fe no es algo que guardemos solo para nosotros; es una llama que debe brillar en el mundo, iluminando a quienes nos rodean.

Para Nuestra Vida
Aceptar el costo del discipulado: Seguir a Cristo implica estar dispuestos a enfrentar sacrificios y desafíos. No debemos esperar ser tratados mejor que nuestro Maestro, pero podemos confiar en que Él camina con nosotros en medio de las dificultades.
Confianza en la providencia divina: Dios cuida de nosotros con un amor infinito y detallado. No necesitamos temer a las amenazas humanas, porque nuestra verdadera seguridad está en Él.
Proclamar la fe con valentía: Nuestra fe debe ser visible en nuestras palabras y acciones. Reconocer a Cristo públicamente es un acto de gratitud y fidelidad que fortalece nuestra relación con Él y anima a otros a seguirlo.
Priorizar el alma sobre el cuerpo: Las preocupaciones materiales no deben dominar nuestra vida. Lo que realmente importa es nuestra relación con Dios y nuestro destino eterno.


NOTA : El Evangelio del día puede variar segun su pais por alguna celebracion local o Fiesta Patronal, etc.
El Evangelio aqui publicado se basa generalmente en el calendario liturgico del Vaticano, salvo algunas excepciones.

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