Lecturas, Salmo y Evangelio de Hoy - Palabra de Fe
Evangelio Viernes 22 de Agosto 2025 - Mateo 22, 34-40
Lectura del día
Comienzo del libro de Rut 1,1.3-6 14b-16.22
Sucedió en tiempo de los jueces, que hubo hambre en el país y un hombre decidió emigrar, con su mujer Noemí y sus dos hijos, desde Belén de Judá a la region de Moab.
Murió Elimélec, el marido de Noemí, y quedó ella sola con sus dos hijos. Estos tomaron por mujeres a dos moabitas llamadas Orfá y Rut. Pero, después de residir allí unos diez años, murieron también los dos , quedando Noemí sin hijos y sin marido.
Entonces Noemí, enterada de que el Señor había bendecido a su pueblo procurándole alimentos, se dispuso a abandonar la región de Moab en compañía de sus dos nueras.
Orfá dio un beso a su suegra y se volvió a su pueblo, mientras que Rut permaneció con Noemí.
«Ya ves - dijo Noemí - que tu cuñada vuelve a su pueblo y a sus dioses. Ve tú también con ella».
Pero Rut respondió:
«No insistas en que vuelva. y te abandone. Iré adonde tú vayas, viviré donde tú vivas; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios».
Así fue como Noemí volvió de la región de Moab junto con Rut, su nuera moabita. Cuando llegaron a Belén, comenzaba la siega de la cebada.
Salmo
Salmo 145,5-6ab.6c-7.8-9a.9be-10
R/. Alaba, alma mía, al Señor
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente. R.
Hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R.
Evangelio del día
Evangelio según San Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?».
Él le dijo:
«”Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”.
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».
Palabra del Señor
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Reflexión para el Evangelio de San Mateo 22, 34-40
"Amarás al Señor tu Dios y a tu prójimo como a ti mismo"
En este pasaje del Evangelio según San Mateo, encontramos uno de los momentos más esenciales de la enseñanza de Jesús. Un fariseo, experto en la Ley, se acerca a Jesús con una pregunta aparentemente sencilla pero profundamente significativa: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?" (Mt 22,36). La respuesta de Jesús no solo resume toda la Ley y los Profetas, sino que también nos invita a vivir una vida centrada en el amor: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mt 22,37-39).
El amor como centro de la vida cristiana
Jesús responde a la pregunta del fariseo con una síntesis magistral de toda la Ley divina. En lugar de enfocarse en rituales o normas externas, Jesús pone el amor en el centro de nuestra relación con Dios y con los demás. El amor no es solo un sentimiento, sino una actitud activa que debe guiar todas nuestras acciones.
El primer mandamiento, "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente" , nos recuerda que nuestro amor por Dios debe ser total y absoluto. No podemos dividir nuestro corazón entre Él y otros ídolos, como el dinero, el poder o el éxito. Dios debe ocupar el primer lugar en nuestra vida.
El segundo mandamiento, "amarás a tu prójimo como a ti mismo" , subraya que el amor a Dios no puede separarse del amor al prójimo. Si decimos que amamos a Dios pero despreciamos a los demás, nuestro amor es falso. Como dice el apóstol Juan: "Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?" (1 Jn 4,20).
La unidad de los dos mandamientos
Jesús afirma que estos dos mandamientos están intrínsecamente conectados: "De estos dos mandamientos depende toda la Ley y los Profetas" (Mt 22,40). Esto significa que todos los preceptos de la Biblia pueden reducirse a estos dos principios fundamentales. No se puede amar a Dios sin amar al prójimo, ni se puede amar al prójimo sin amar a Dios.
Este mensaje nos recuerda que la fe cristiana no es simplemente una lista de reglas o prohibiciones, sino una invitación a vivir en comunión con Dios y con los demás. El amor es el cumplimiento perfecto de la Ley porque transforma nuestras relaciones y nos lleva a actuar siempre con bondad, compasión y justicia.
Este pasaje nos interpela directamente. ¿Cómo estamos viviendo estos dos mandamientos en nuestra vida diaria? ¿Estamos poniendo a Dios en el centro de todo lo que hacemos, o permitimos que otras cosas ocupen ese lugar? Además, ¿estamos amando verdaderamente a nuestro prójimo, incluso a aquellos que nos resultan difíciles de amar?
A veces, podemos caer en la tentación de pensar que cumplir con algunos rituales religiosos o seguir ciertas normas morales es suficiente para ser buenos cristianos. Pero Jesús nos recuerda que lo que realmente importa es el amor. Sin amor, nuestras acciones carecen de valor. Como dice Pablo en su carta a los Corintios: "Si hablo en lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, soy como un metal que resuena o un platillo que retiñe" (1 Cor 13,1).
Además, el mandamiento de amar al prójimo nos desafía a salir de nosotros mismos y a preocuparnos por el bienestar de los demás. Esto incluye no solo a nuestros amigos y familiares, sino también a los pobres, los marginados y aquellos que sufren. El amor cristiano no conoce límites; es universal e inclusivo.
NOTA : El Evangelio del día puede variar segun su pais por alguna celebracion local o Fiesta Patronal, etc.
El Evangelio aqui publicado se basa generalmente en el calendario liturgico del Vaticano, salvo algunas excepciones.